Por Daniel Centeno
Desde
hace años, se puede observar en nuestra ciudad que las canchas de fútbol no son
tan concurridas como años anteriores, y también la participación de las
personas en los clubes ha dejado de ser la misma.
Puede ser que la
violencia que se vive en las canchas, generada por los barras o inadaptados
sociales, aleje a las personas del espectáculo. Esto repercute en las venta de
entradas, haciendo que se pierda el color en las tribunas y, sobre todo, afecta económicamente a los clubes,
ya que con la recaudación se pagan la terna arbitral, policía, equipamientos
para el club y demás cosas necesarias. Hoy ya no se ven esas familias que
solían ir a ver los partidos, en donde iban padres e hijos a
disfrutar la tarde.
Las personas
parecen ya no estar tan comprometidas con los clubes, eso se ve en la poca
colaboración con las rifas o con las cosas que se hagan para generar dinero.
También la desvinculación de los socios sin que aparezcan nuevas personas con la
intención de afiliarse es un problema. Tal vez el fútbol de liga ya no se ve
como antes, ¿será que el campeonato ha bajado de nivel con el correr de los años?, o quizás, porque hay partidos todos los días que se pueden ver por cualquier dispositivo al alcance de la comodidad del hogar.
Es obvio que hay
personas que asisten a las canchas, pero la cantidad de simpatizantes ha disminuido
considerablemente en comparación de años anteriores, donde las canchas de los
equipos Puntaltenses desbordaban de fanáticos. Para algunos no es de mucha importancia
pero para los clubes es algo esencial, ya que la hinchada causa algo mágico en
el equipo empujándolo a ganar.
Muchas personas se
quejan de que la ciudad no brinda atracciones para entretener a la familia. Aunque se
sabe que la cancha no es un imán para la familia, sería muy bueno que se
pierda el miedo, se apoye al fútbol local y que, de a poco, se
empiecen a llenar. La solución del problema no está solo en nuestra
mano, pero el primer cambio empieza en cada uno de nosotros. De cualquier forma el color debe volver como
en sus mejores épocas, pero con la certeza de que no ocurran más casos de violencia.
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